DiscoverRSS - Audios de COPE"Había invadido Polonia, las costas del Báltico, Rusia y ambicionaba anexionarse todo el Imperio, pero los católicos liderados por el Cardenal de España lo frenaron"
"Había invadido Polonia, las costas del Báltico, Rusia y ambicionaba anexionarse todo el Imperio, pero los católicos liderados por el Cardenal de España lo frenaron"

"Había invadido Polonia, las costas del Báltico, Rusia y ambicionaba anexionarse todo el Imperio, pero los católicos liderados por el Cardenal de España lo frenaron"

Update: 2025-12-21
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El historiador y escritor José Luis Corral, colaborador del programa 'Poniendo las Calles' de la Cadena COPE, ha repasado uno de los episodios más determinantes de la historia de Europa. Se trata de la batalla de Nördlingen, un enfrentamiento librado en Baviera en 1634 que, según el catedrático, "significó, por un lado, el final de un imperio, y por otro lado, el inicio del final o casi final de otro". Un acontecimiento clave para entender el devenir del continente.

Corral sitúa el combate en el contexto de la Guerra de los 30 Años, un conflicto que asoló Europa central. En esta contienda se enfrentaban dos grandes bloques: el protestante, encabezado por el reino de Suecia, y el bloque católico, liderado por España y el Sacro Imperio Romano Germánico. "Es un enfrentamiento entre una Europa que está creciendo desde el lado de los protestantes [...] y por otro lado, la Europa Católica", explica el historiador, recordando que fue una guerra terrible con millones de muertos.

Por el lado protestante, los suecos estaban empeñados en construir un gran imperio. Su rey, Gustavo Adolfo, "había invadido Polonia, las costas del Báltico, había invadido Rusia y ambicionaba anexionarse todo el imperio". Al frente de las tropas católicas se encontraba el Cardenal-Infante don Fernando, hermano del rey de España Felipe IV y arzobispo de Toledo, que demostró ser también un gran general.

En Nördlingen chocaron dos formas de hacer la guerra. Los tercios españoles, considerados la mejor infantería de la época, basaban su poder en "formaciones compactas, mixtas, donde hay por un lado piqueros [...] y además están combinados con mosqueteros y con arcabuceros". Esta combinación de picas y armas de fuego los hacía casi invencibles frente a la caballería.

Frente a ellos, el ejército sueco había desarrollado una táctica novedosa con regimientos móviles llamados "las brigadas" y una infantería ligera que ofrecía una gran agilidad en el campo de batalla. Por lo tanto, la batalla supuso el enfrentamiento entre la tradición militar de los tercios, que ya llevaba "cien y pico años triunfando", y el nuevo sistema de los regimientos de infantería móviles de Suecia.

La batalla se libró los días 5 y 6 de septiembre de 1634 en una zona de suaves colinas. Según relata Corral, los españoles lograron una posición clave al controlar una de las cimas, lo que les permitió dominar el territorio. Esta ventaja táctica fue decisiva para alcanzar lo que el historiador califica como una victoria aplastante, imponiendo la disciplina de los tercios.

El resultado fue una catástrofe para el bando protestante, con unas 14.000 bajas entre muertos, heridos y prisioneros, incluyendo 8.000 soldados suecos fallecidos. En contraste, las tropas imperiales hispanas "apenas sufrieron 2.000 bajas". Pese al triunfo, las consecuencias a largo plazo fueron complejas para todos los contendientes.

Suecia vio frenado su ímpetu expansionista y quedó reducida a una potencia regional. Para España, la victoria fue un respiro temporal. Tal y como recuerda el historiador, "España ganó una batalla, pero doce años después en Rocroi los tercios españoles fueron derrotados por los franceses, y ahí comenzó la gran decadencia del imperio español". Este declive, no solo militar sino también económico y político bajo el reinado de Felipe IV, marcó el principio del fin de su hegemonía.

Paradójicamente, la gran beneficiada fue una potencia que no combatió en Nördlingen: Francia. El cardenal Richelieu aprovechó la debilidad de España y Suecia para convertir a Francia en la nueva potencia dominante de Europa en la segunda mitad del siglo XVII. Como consecuencia, España acabaría cediendo territorios como la Navarra Norte, el Rosellón y la Cerdaña en tratados posteriores.

Al final de su intervención, José Luis Corral reflexiona sobre el valor de estudiar estos episodios. Aunque las guerras son parte ineludible de la historia, "el recuerdo de una batalla, sirve para aprender lo que somos, intentar evitar caer en errores". Y en ese aprendizaje sobre lo que somos, el historiador concluye con una lección: "Las guerras son terribles, pero enseñan muchísimo lo que no debe de hacer el ser humano".

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